Los dos planos
narrativos: el fondo y la forma
Todos los que escribimos, o casi todos,
sabemos o intuimos qué es el ritmo en un texto literario, sea
poético o narrativo. Sabemos, por ejemplo, que en el ritmo influyen la longitud
de las frases y los párrafos, las rimas internas, la concisión, la naturalidad,
la coordinación, subordinación y yuxtaposición de las oraciones y, muy
importante, los tiempos y conjugaciones verbales. Hablar de ritmo es hablar
de la agilidad o morosidad con que avanza la historia, y que debe ajustarse a
las necesidades del tema y los distintos momentos de la trama.
Sin embargo, a menudo ocurre que un
relato (cuento o novela), tiene un ritmo adecuado: es trepidante en una
persecución callejera, y lenta en las escenas de amor, pero así todo, algo
falla. Es entonces cuando pienso en la complejidad del sistema y funcionamiento
de un relato.
Una
cuestión de equilibrio
Por una parte, tenemos la forma que,
en definitiva, es el propio hecho lingüístico; y, por la
otra, el fondo, que articula las unidades narrativas y
conforma la trama. Yo los denomino planos narrativos.
El plano narrativo (el fondo) articula
las unidades narrativas y conforma la trama.CLIC PARA TUITEAR
El primer plano es el estético (la
forma), en el cual reside la esencia del
placer de la lectura. Al definirlo como estético, no me refiero a que la prosa
debe ser bella, sobrecargada de palabras altisonantes. No es eso. La palabra
clave es DESLIZAR. Es decir, cuando el lector se desliza de frase en frase, de
párrafo en párrafo, casi sin darse cuenta, estaremos ante una prosa placentera.
Para explicarlo de otro modo, me remito al arte poético y, no puedo evitarlo, a
una frase de María A. Mónaco: «La poesía es como una canción en una lengua
extranjera: aunque no entendamos la letra, nos emociona». Este plano es el
primer punto de contacto del lector con la historia; es el portal que invita a
entrar y a mantenerse en la lectura hasta sumergirse en el segundo plano: el
fondo, el sentido del relato.
El plano estético (la forma), el primer
punto de contacto del lector con la historiaCLIC PARA TUITEAR
En ese segundo plano (el fondo),
es donde el escritor desplegará todo el andamiaje que sostiene la trama: el
narrador, el tiempo, el espacio y los personajes. Es lo que conformará la
estructura narrativa, más allá del clásico aristotélico de introducción, nudo y
desenlace. Ambos planos (forma y fondo), conviven en un equilibrio delicado. La
misma frase cuyo ritmo y estética nos cautiva, debe contener la carnada a la cual
hace referencia Clarice Lispector.
Cuando ese equilibrio se rompe, el relato falla. En cambio, cuando el
equilibrio entre la forma y el fondo es el adecuado, además del placer
propio de la lectura, el lector podrá sumergirse, sin darse cuenta, en una
experiencia emocional difícil de olvidar.
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