jueves, 12 de julio de 2018

COMO ESCRIBIR UNA ESCENA NARRATIVA


La escena
Una escena es una unidad narrativa que explica una acción que sucede en un espacio y un tiempo determinado. Parece un concepto muy rígido, pero en la práctica no lo es tanto. Veamos por qué.
Una escena no es más que cada una de las subdivisiones que damos a un capítulo. Engloban momentos y lugares concretos e, incluso, una continuidad en los personajes que aparecen. Pero eso no implica que debamos considerar una escena a cada uno de los cambios que decidamos realizar en estos tres elementos. Una escena, por ejemplo, puede incluir una elipsis, siempre que no altere en exceso la unidad narrativa que representa. Por ejemplo, si una elipsis que interrumpe lo que se está contando se sitúa horas después, pero en el mismo lugar y con el paso del tiempo como único cambio, lo podemos considerar parte de la misma escena. Si, en cambio, nos situa tan sólo con algunos de los personajes que aparecían antes de dicha elipsis y con un cambio espacial evidente.
 Elementos de la escena
Este punto es muy extenso y vamos a tratar de sintetizar los principales elementos que las componen. Pensemos que si en la escaleta queremos dejar claros todos estos elementos, esta herramienta nos será aún más útil durante el proceso de escritura. Al final, como cualquier otra unidad narrativa, debería contener las tres fases de la narración. Pero vayamos un poco más allá:
  • Objetivo: toda escena debe tener un objetivo claro dentro de la trama. No es necesario que en cada una de ellas haya un acontecimiento extraordinario o suceda una gran cambio, pero sí que tenemos que tener claro en qué beneficia a la historia. Los objetivos pueden ser muy diversos: desde perfilar un personaje, sentar las bases de un twist, crear suspense, desorientar al lector en una investigación, revelar un gran secreto, transmitir o describir una sociedad, un momento en concreto... Pensemos que los objetivos de las escenas de una novela costumbrista y de un thriller serán siempre muy distintos.
  • Problema: toda escena debe tener un conflicto, por pequeño que sea. Pongamos ejemplos: un conflicto podría ser que el protagonista deba escoger entre irse a la guerra o desertar por amor.  Otro, que no consigue quitar una mancha de su camisa. Sea cuál sea, esos mínimos dilemas o problemas que los personajes deben superar dotan a la escena de interés y ritmo. Eso también implica que sus personajes tendrán un objetivo dentro de la escena (diferente del de la propia escena). Hasta las escenas más descriptivas pueden llegar a tener su pequeño conflicto.
  • Reacción: una escena también puede suponer una reacción al conflicto de la anterior. Éste mismo genera el conflicto de la escena de “reacción” y, muchas veces, suponen un puente hacia otra escena o incluye un giro inesperado en la trama. Imaginemos que en la escena A, María quiere sorprender a su marido, cosa que siempre es complicada (conflicto) y descubre que su marido tiene una amante (punto de giro y fin de les escena). En la escena B, vemos que María parece calmada. Coge una sierra mecánica, se dirige al patio de la casa y corta un árbol que plantó su marido, al que dedica mucho tiempo y al que prácticamente ama. El conflicto, pues, no es otro que la reacción de María. Pero, hemos hablado de giro inesperado, ¿no? Quizá, lo lógico es que la consecuencia de la tala sea un cabreo monumental del marido. Así que la escena de reacción puede acabar ahí, con su coherencia plena, o podemos jugar, si nos interesa para la trama, a que el árbol caiga sobre la verja del vecino, destruyendo parte de la misma junto con la casa del perro. Esto nos puede llevar al conflicto con la siguiente escena.

¿Es la escena necesaria?
Este punto es muy importante ya que nos llevará a decidir si una escena tiene sentido o no dentro del global. A cada escena planteémonos: ¿Es realmente necesaria? Si la eliminamos, ¿la historia tiene sentido? ¿Qué aporta? Responder sinceramente a estas preguntas nos ayudará a que nuestra novela gane o no ritmo. Pero, ojo, no hay una ley escrita para ello. Ponemos el mismo ejemplo: no responderemos de la misma manera a estas preguntas si tenemos entre manos una novela costumbrista que un thriller. Los tempos, objetivos, conflictos etc… de ambos son muy diferentes.


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