viernes, 9 de noviembre de 2018

ENSAYO III

Metodología de la Investigación literaria

Aunque el término retórica tiene una significación despectiva para aludir al empleo de razones que no vienen al caso, su acepción más tradicional hace referencia al arte de bien decir , de dar al lenguaje eficacia bastante para persuadir, es decir, para influir sobre el pensamiento o la conducta de los demás. Pese a la significación de la frase “no me venga usted con retóricas”, la retórica será un arte tan honorable como lo sean las intenciones de quien lo utiliza.
En la Antigüedad Clásica , Aristóteles, filósofo y maestro en la Atenas del siglo V a. de C.,  enseñaba a sus discípulos a analizar las distintas clases de discursos que podían ofrecerse a los diferentes auditorios de acuerdo con la ocasión. Según Aristóteles, el verdadero maestro debía ser capaz de ofrecer un discurso sobre el tema a un grupo de ciudadanos, otro sobre el mismo tema al juez en su foro y un tercero con ocasión de una ceremonia solemne.

A Aristóteles se debe el análisis de los factores que contribuyen a hacer persuasivo el discurso y también la separación de los componentes de la retórica en categorías , tipos de discurso , tipos de argumentación y tipos de auditorio. Su obra “Retórica” ofrece una clasificación de los oradores, de los discursos y de los diferentes efectos de éstos según la clase de auditorio. Con algunos retoques, las observaciones aristotélicas han perdurado hasta nuestros días y continúan siendo la base para la formación de las grandes categorías en que se agrupan los elementos del proceso de la comunicación.

Veamos ahora lo que la persuasión exige del escritor:

1.      Conocimiento del tema como requisito de credibilidad. La credibilidad descansa en la habilidad de demostrar suficiente conocimiento del asunto, interés en él y objetividad. Con ello se proyecta una personalidad que será aceptada y respetada por el lector.
2.      Argumentación plausible; es decir, que aporta razonamientos y pruebas convincentes, que apela a la lógica y a la razón del lector. La lógica que debe proporcionarse es solamente la necesaria para convencer al lector o los lectores (de ahí la conveniencia de saber a quién se dirige el escrito).

El desarrollo del tema con propósito persuasivo podrá realizarse por :
Ø      Inducción.
Ø      Deducción.
Ø      Prueba analógica.

El razonamiento inductivo
La tesis debe quedar aprobada mediante el uso de muestras representativas; ejemplos, casos, instancias, datos. El número dependerá de los lectores a quienes se dirija el ensayo.

El razonamiento deductivo
Es especialmente útil cuando se enfoca en un tema polémico porque la deducción, al moverse del principio general a una conclusión válida que se sigue del mismo, opera también como modo de inclinar al lector del lado de la conclusión.

La prueba analógica
Consiste en relacionar o comparar algo desconocido para el lector con algo que le es familiar y que le ofrece por ello una base segura y cómoda. El tema se desarrolla profundizando en las semejanzas entre los objetos que se comparan. Cuanto más incisivo el análisis, más fuerza persuasiva tendrá la composición.
 
Argumentación polémica
Los pros y los contras.  El tema controvertible o polémico exige en su desarrollo ocuparse no sólo de la argumentación propia, sino de la adversaria . Se precisa impugnar la opinión ajena para fortalecer la posición o tesis propia.
Ignora el punto de vista de la oposición tiene poco sentido y ningún mérito, pues no se puede aprobar la opinión propia ignorando la ajena. Cuando se ponderan los argumentos adversarios y se les compara con los propios, se puede apreciar el valor real de éstos y utilizar la argumentación de mayor peso en la refutación de los primeros. Cuanto mayor sea el número de argumentos contrarios que seamos capaces de destruir al presentar nuestra posición, mayor fuerza tendrá ésta. La argumentación polémica exige una organización del tema que permita la comparación y el contraste de cada razonamiento. Este cotejo de los pros (argumento propio) y los contras (argumento adversario) es uno de los pilares del método dialéctico. La mente oscila como un péndulo entre un juicio y su contrario. La táctica de la argumentación es demoler las aseveraciones contrarias.



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