Cómo hacer una novela
ESCUELA SUPERIOR DE ESCRITURA CREATIVA ONISS
Cómo hacer una novela es algo que
preocupa a muchos escritores noveles y seguro que a ti también.
Has tenido una buena idea para un
argumento, pero ahora no sabes cómo aterrizarla y convertirla en páginas bien
escritas que atrapen al lector.
Escribir no es fácil y menos aún
escribir una novela. Necesitas conocer todos los elementos que intervienen en
una y saber cómo incorporarlos a tu historia, tienes que crear una estructura
coherente que realce los matices de lo que quieres contar, tienes que escribir
un borrador y luego revisarlo. Y todo ello sin dejar que el desánimo, las dudas
y el cansancio te venzan.
Casi nada.
Para que lo tengas un poco más fácil,
vamos a darte las claves de todo lo que tienes que tener en cuenta si quieres
saber cómo hacer una novela.
1. Trabaja tu mentalidad
Esto es alguien que casi nadie te dirá,
pero antes de empezar a escribir una novela tienes que trabajar tu mentalidad.
Son muchos los contratiempos a los que
tendrás que enfrentarte mientras escribes: dudarás de ti mismo, de tu capacidad
y de tu idea; te cansarás y perderás el entusiasmo que te empujaba al
principio; te asaltarán miedos…
En este artículo te enseñamos cómo trabajar tu mentalidad de escritor, señalándote los errores en los que puedes caer y
cómo solucionarlos.
2. Crea un esquema
Si quieres saber cómo hacer una novela,
sigue nuestro consejo: haz un esquema.
Muchos escritores prefieren trabajar sin
él, pero casi siempre es mejor usar uno. Sobre todo si estás trabajando en tu
primera novela y no tienes experiencia previa..
Crear un esquema es como trazar un mapa
que te servirá para avanzar sin contratiempos, sabiendo en todo momento hacia
dónde debe dirigirse tu historia.
3. Encuentra la voz de tu narrador
La voz del narrador es vital al escribir
una novela, porque será la que cuente tu historia.
La voz de tu narrador actúa como filtro
de la historia para el lector. Son sus palabras las que presentan y
desenvuelven la historia, así que es necesario que elijas con cuidado la manera
en que se expresará y la forma en que contará lo que sucede.
Tienes que tener claro quién es el
narrador, cuánto sabe sobre la historia que cuenta, si interviene o no en ella
y desde qué perspectiva va a contarla.
4. Conoce a tus personajes
Debes saber que los personajes son
piezas claves si te preguntas cómo hacer una novela.
Darles una biografía propia ayuda a que
tengan mayor profundidad. Y cuanto mejor desarrollados estén tus personajes,
mejor será tu novela.
No se trata de acumular datos sobre
ellos sin ton ni son, sino de conocer aquellos aspectos que serán relevantes
para el desarrollo de la historia, ayudando al lector a comprender mejor por
qué actúan como actúan.
Trabajar un poco en tus personajes,
sobre todo en el protagonista, antes de empezar a escribir te facilitará mucho
la tarea.
5. Trabaja la ambientación
Has creado el esquema que desarrolla la
idea de tu novela. Has elegido un narrador y profundizado en tus personajes.
A continuación, debes pensar en algo que
muchos escritores descuidan: la ambientación.
La ambientación no es algo secundario.
Por el contrario, muchas veces es el elemento que marca la diferencia entre una
buena novela y una novela excelente.
La ambientación afecta a la acción,
porque es el lugar donde esta transcurrirá. No es lo mismo una novela cuya
acción transcurre en Nueva York que una que sucede en los Alpes.
Y afecta también a los personajes: como
el protagonista que quiere escapar del pequeño pueblo donde ha nacido o el
ejecutivo que sueña con dejar la gran ciudad para navegar en un velero.
.
6.
Mantén la atención del lector
Si escribes es para que te lean,
¿verdad?
Por eso debes saber mantener la atención
del lector desde la primera página hasta la última.
Para lograrlo necesitas una buena
historia y, además, saber contarla bien. Pero también tienes varios trucos que
te ayudarán a atrapar la atención del lector y hacerle que devore frase tras
frase hasta la palabra FIN.
EJERCICIOS PREVIOS
1.-Cómo trabajar tu mentalidad para escribir una novela
Cuando empiezas a escribir una novela sueles tener muchas ideas claras: el
argumento, los personajes y tal vez (te lo aconsejamos) hayas hecho un esquema
previo. También tienes muchas ganas, te sobra la motivación. Por eso no empleas
ni un segundo de tu tiempo en pensar si tienes una buena mentalidad para
escribir una novela.
Sin embargo, desarrollar una buena mentalidad para escribir una novela es
fundamental. Porque escribir una novela es un trabajo duro al que vas a dedicar
muchos meses, muchas horas, mucho esfuerzo.
En innumerables ocasiones detrás de una novela inacabada lo que hay no es
falta de talento ni de una buena idea, sino falta de la mentalidad adecuada,
falta de previsión.
No se prevé el tiempo, el desgaste, los posibles bloqueos, las dudas, el
esfuerzo, el cansancio. No se prevé que el entusiasmo del principio acaba por
ceder paso a una sensación de fracaso o de agotamiento que te llevará a aparcar
tu novela o a dejarla inacabada por los siglos de los siglos.
Primer error: no darle importancia a
desarrollar una buena mentalidad para escribir una novela
¿Habías oído hablar alguna vez de que para escribir una novela hubiera que
tener una mentalidad determinada?
Seguro que no, porque es algo a lo que rara vez se da importancia.
Nadie te ha hablado de la importancia de desarrollar una buena mentalidad
para escribir una novela. Nadie te ha hablado del subibaja emocional que
implica escribir una obra larga, pero es algo para lo que debes estar
preparado.
Pasarás por etapas de subidón, en la que verás tu novela ya terminada y a
ti firmando ejemplares en la Feria del Libro. Pasarás por etapas de bajón donde
dudarás de todo, de tu historia, de tu talento y de ti mismo y solo sentirás
deseos de abandonarlo todo.
Pasar por esos cambios de estado de ánimo es normal en un proceso tan
exigente como escribir una novela. Un proceso que, además, dura en el tiempo.
Nuestro consejo: Mantente
enfocado. Te recomendamos que desarrolles un esquema previo que te permita
seguir escribiendo incluso en los malos momentos. Sigue adelante, si no llegas
al final nunca sabrás si merecía la pena o no.
Segundo error: minusvalorar o desconocer
la envergadura del trabajo
Muchos escritores minusvaloran el trabajo de escribir. «¿Escribir una
novela? Muy fácil, es simplemente sentarse delante del ordenador y dejar actuar
a los personajes. Tú solo tienes que ir copiando lo que ellos hacen.»
Otros prefieren no pensarlo: «Yo empiezo ya mismo y luego ya iré viendo.»
La realidad es que el verdadero motivo por el que muchos escritores
prefieren no detenerse a planificar cómo abordarán el enorme trabajo que supone
escribir una novela es porque temen que, si se paran a considerarlo, no lo
harán. Se sentirán pequeños ante lo imponente de la tarea y abandonarán antes
siquiera de haber empezado.
Nuestro consejo: Tienes que
pensar en la escritura de una novela como en un proceso con varias fases y
varias tareas que debes tener previstas desde el principio: planificación,
documentación, escritura, revisión, etc. Y luego idear un sistema que te
ayude a realizar ese proceso de la manera más sencilla y efectiva.
Si ya has escrito una novela antes, recuerda cómo abordaste el trabajo.
Anota en un papel con qué problemas te encontraste y qué dificultades tuviste
que superar. También qué cosas te resultaron sencillas o pudiste resolver con
facilidad.
Si nunca has escrito una novela, puedes tratar de servirte de experiencias
que hayan requerido de ti una planificación atenta. Tal vez has organizado un
viaje largo al extranjero o has afrontado una mudanza.
De las dos formas vas a obtener experiencias válidas en cuanto a organización.
Pero sobre todo de ambas maneras vas a recordarte a ti mismo que lo puedes
hacer. Te has enfrentado antes a tareas grandes y complejas y has podido
resolverlas, así que no hay nada que temer.
Ahora ya sabes que puedes hacerlo. Es solo cuestión de dar el primer paso.
Tercer error: parálisis por análisis
.
O tal vez estás en la fase de documentación, recabando
información sobre la cría de caballos de pura sangre para la ambientación de tu
historia.
O simplemente quieres aprender a
escribir un poco mejor y quieres saber cómo desarrollar un argumento,
estructurar una trama o las preguntas que debes hacerte para elegir
el mejor narrador.
Cuidado, porque muchos escritores se quedan encallados en esta etapa.
Investigar es un trabajo laborioso, pero relativamente fácil. Por eso
corres el riesgo de quedarte en la parte poco profunda de la piscina, allí
donde te encuentras cómodo. Y al final acabas por dedicarte horas y horas a
buscar cómo elaborar una ficha de personaje o escribir diálogos significativos
en vez de estar escribiendo esos diálogos.
Te estás engañando a ti mismo. Finges que estás trabajando cuando en realidad
estás posponiendo el momento de empezar a escribir.
Nuestro consejo: Ponte fechas
límite. Una fecha límite para la cual debes haber terminado el trabajo de
documentación. Una fecha límite en la cual debes tener acabado el esquema
previo. Una fecha límite en la cual debes haber finalizado el primer capítulo,
etc. De este modo tendrás la certeza de que estás trabajando y no fingiendo que
trabajas.
.
Cuarto error: errar al diagnosticar tus
problemas
Al escribir te vas enfrentas a problemas de distinta índole: falta de
técnica, bloqueos, procrastinación, mala organización del tiempo…
Algunos de estos problemas son reales, muestran una carencia y deberás
emplearte para solucionarla. Tal es el caso de la falta de técnica o la mala
organización del tiempo.
Pero muchas veces los problemas a los que te enfrentas no tienen una base
real y lo que hacen es camuflar un miedo. Así suele suceder con el bloqueo del
escritor o la procrastinación.
Somos humanos y los retos nos asustan. Escribir una novela, incluso aunque
sea el sueño de tu vida, es un reto. Y como tal te va a causar algún miedo.
Puedes tener miedo a dejar tu obra sin terminar. A no ser lo bastante
bueno. A que la novela no guste. A no saber desarrollar la historia… La lista
es infinita. Seguramente hay tantos miedos como escritores.
El miedo es la causa principal que se encuentra detrás de muchos fracasos.
Y lo peor es que ni siquiera lo vemos. Como no nos gusta confesarnos que
tenemos miedo, lo camuflamos bajo otros nombres. Ya hemos visto algunos: «Tengo
que aprender más», «No sé lo bastante sobre el siglo XIX francés», «¿Para qué
empezar a escribir, si nunca acabo nada?»
Nuestro consejo: analiza bien las
causas de lo que te está impidiendo escribir. Muchas veces lo que sentimos es
miedo, pero no queremos reconocerlo ante nosotros mismos. Sentir miedo es
normal
Quinto error: no aceptar el miedo
Aceptar el miedo es básico para tener una adecuada mentalidad para escribir
una novela.
Claro que tienes miedo, porque estás haciendo algo grande. Estas escribiendo
una novela que tal vez lleguen a leer miles de personas, una obra que te
perdurará: tu legado.
Sí, sentir miedo es normal. De hecho, sentir miedo es bueno. Si no permites
que te paralice, el miedo te indica que vas por buen camino.
Pero muchas veces nos negamos el permiso para sentirlo.
No queremos reconocer que tememos fracasar porque eso sería reconocer
nuestra debilidad. No queremos reconocer que tal vez no somos tan buenos o que
la historia no tiene fuerza.
Nuestro consejo: acepta tus
miedos y reconcíliate con ellos. Tus miedos muchas veces te están advirtiendo
de cosas. Párate a escuchar a tus miedos y actúa en consecuencia. Un miedo no
debe detenerte, por el contrario, debe servirte para aprender y mejorar.
Ahora ya conoces la importancia de tener la adecuada mentalidad para
escribir una novela. Préstale atención mientras escribes para ir trabajándola y
mejorándola libro tras libro. Si tienes la mentalidad correcta escribir te
resultará mucho más fácil.
2.-Cómo crear el esquema de una novela
Sabemos que ahora mismo te estarás diciendo «¿De verdad necesito preparar
el esquema de una novela antes de empezar a escribirla? Pero si tengo clara la
historia al completo en mi cabeza. Mejor empiezo a escribir y me ahorro el
trabajo de crear una estructura previa.»
Muchos escritores noveles escriben así sus primeras obras: tienen una idea
para una novela y entonces se sientan ante su portátil, dejando que la historia
fluya y limitándose a atraparla según cruza por su cabeza. No es que ese sea un
mal sistema, es que, simplemente, no es un sistema.
De esta manera, cuando pierden el
impulso de los primeros días, muchos escritores empiezan a flojear. No saben
bien por dónde seguir, esa idea que tenían tan clara empieza a palidecer, sufren bloqueos… Finalizar su novela
les cuesta un enorme trabajo y les lleva muchísimo tiempo.
Pero sus problemas no acaban ahí.
Cuando llega el momento de revisar y reescribir se dan cuenta de que tienen
que volver a trabajar las partes principales de la historia, tienen que
reconstruir sus personajes y trabajar duramente para lograr que la historia se
convierta en un todo que fluya perfecto de principio a fin con coherencia y sin
obstáculos. Cuando creían haber acabado, se encuentran con que les queda mucho
trabajo por delante.
Hoy te vamos a dar algunas ideas para crear el esquema de una novela que te
ayude a escribir de una manera efectiva.
Primeros pasos para crear el esquema de
una novela
Lo primero que tienes que entender es que trabajar el esquema de una novela
forma parte del proceso de escritura de la novela en sí.
No se trata de tomar algunos apuntes
para que no se te olviden las ideas ni de anotar algunos rasgos sobre los
personajes, todo en menos de una hora. Preparar un buen esquema lleva tiempo y
trabajo. Es precisamente por eso por lo que muchos escritores se lo saltan.
Por el contrario, preparar el esquema de una novela es un trabajo arduo que
requiere reflexión, tiempo y paciencia. Se trata de crear el esqueleto de tu
novela, pero verás que después vestir ese esqueleto con músculos y piel te va a
resultar mucho más fácil y agradecerás el tiempo empleado en hacerlo.
El esquema general
Para empezar, divide tu historia en tres partes. Ya sabes, los clásicos
inicio, desarrollo y desenlace.
Probablemente tu novela no acabe ajustándose exactamente a ese esquema, pero
es una buena manera de comenzar a trabajar en ella.
En la primera parte, presenta a los personajes principales y especifica
cuál es el problema (conflicto) con el que el protagonista deberá enfrentarse.
En la segunda parte, valora las opciones que tienes para dar un giro a la
trama e incrementar la tensión. Al tiempo, debes profundizar en la motivación
de los personajes y en la manera en que afrontan el conflicto.
En la última parte debes pensar cómo presentarás el clímax. También debes
anotar cómo el protagonista ha cambiado con todo lo que le ha sucedido a lo
largo de la novela y pensar cómo logra resolver (o no) el problema que se le
presentó en el inicio de la historia.
El esquema parte a parte
Una vez que hayas desarrollado el esquema general para tu novela, debes
ampliarlo parte a parte, creando un esquema específico para cada una de las
partes.
Cada una de estas partes debe tener, como el esquema general, una
estructura que se corresponda con la estructura inicio-desarrollo-final.
Por ejemplo, si en la primera parte vas a presentar el problema que deberá
superar tu protagonista, esa sección debe a su vez desarrollarse siguiendo la
mencionada estructura.
Además, lo más probable es que optes por dividir la novela en varios
capítulos. Este es el momento de que hagas un esbozo previo de los mismos:
divide cada una de las partes en tantos capítulos como consideres que debe
tener.
Por ejemplo, en la primera parte puedes dedicar un capítulo a presentar al
personaje principal, otro a presentar la situación de partida (es decir, cómo
son las cosas antes de que el conflicto haga su irrupción) y otro más a
presentar el conflicto. En total, esta primera parte tendría tres capítulos.
No olvides que el esquema para cada uno de estos capítulos también debe ser
el clásico inicio-desarrollo-final.
Establece objetivos
Al acabar la fase anterior deberías saber ya cuántos capítulos más o menos
va a tener tu novela.
Ahora debes decidir qué longitud tendrá cada uno de esos capítulos.
Por ejemplo, puedes decidir que cada capítulo tenga 10.000 palabras.
Pongamos que, tras trabajar en el esquema parte a parte sabes que tu novela va
a tener doce capítulos.
12 capítulos x 10.000 palabras cada uno = 120.000 palabras que tendrá tu
novela.
Por supuesto, estas cifras no serán exactas. Un capítulo puede tener 8000
palabras mientras otro tendrá 13.000. La finalidad de decidir de antemano
cuántas palabras va a tener cada uno de los capítulos y cuántas tu novela no es
otra que el que te puedas marcar unos objetivos.
Seguro que estás pensando que fijar de antemano estas cifras va a
encorsetar tu escritura e impedir que aflore tu creatividad. Que lo suyo es
dejar que la historia fluya y se vaya contando hasta que, por sí sola, llegue a
su final. Pero, piénsalo, según esa idea tú no tendrías apenas participación en
la escritura de tu novela. Serías solo un instrumento en manos de la historia,
que te utilizaría como un vehículo para encarnarse en palabras. Te limitarías a
actuar como un médium.
Te aseguramos que ese no es el papel que juegan los escritores que publican
novelas. Los escritores cuyas obras lees y admiras, esos a quienes quisieras
emular, crean esquemas para sus historias y se fijan objetivos de escritura.
La finalidad de crear el esquema de una novela es precisamente ayudarte a
que te organices y te mantengas enfocado.
Gracias al esquema parte a parte sabrás exactamente qué debes escribir en
cada momento. Y gracias a fijarte objetivos de escritura sabrás cuántas
palabras tienes que escribir para acabar un capítulo y cuántas para acabar tu
novela. Sabrás si estás trabajando bien y tendrás un incentivo para continuar
avanzando.
Como sabrás hacia dónde va tu historia podrás dedicarte a escribirla de la
mejor manera posible, en lugar de estar pensando cómo vas a continuar cuando acabes
esa escena.
Cómo hacerlo
·
Paso 1
Como ya hemos visto, lo primer que debes hacer es dividir la historia para
tu novela en tres partes claras: principio, desarrollo y final. A continuación,
deberás averiguar qué va a pasar exactamente en cada una de esas partes.
Tómate todo el tiempo que necesites para hacerlo. Reflexiona en profundidad
y escribe tus ideas, ya sea un cuaderno o en un documento de texto. No dejes
cabos sueltos pensando que ya los atarás cuando escribas esa parte. Este es el
momento de averiguar qué va a pasar en cada parte de tu novela. Si más adelante
cambias de idea, perfecto; pero de momento tienes que tener todo claro.
Al acabar tendrás un resumen pormenorizado de tu historia, de principio a
fin.
·
Paso 2
A continuación, divide cada una de las tres partes en varios capítulos y
decide la longitud aproximada de cada uno de ellos. Piensa el propósito de cada
capítulo dentro de cada parte, qué función cumple: presentar un personaje,
presentar el conflicto, mostrar un cambio en el protagonista, etc.
Recuerda que cada parte de la novela y cada uno de sus capítulos deben
corresponderse con el esquema planteamiento- desarrollo-desenlace, haciendo
avanzar la historia y preparando lo que va a suceder a continuación,
manteniendo el interés del lector.
Haz una lista de los capítulos en el orden en que aparecerán en tu libro.
Prepara un resumen de dos o tres frases sobre lo que acontece en cada capítulo.
·
Paso 3
A medida que trabajas hazte preguntas importantes. ¿La historia tiene
sentido? ¿Fluyen los capítulos de forma lógica? ¿Hay lagunas que deban
solucionarse? ¿Evoluciona el personaje conforme a los acontecimientos? Ve
ajustando la historia según las respuestas que des.
Al finalizar este proceso, que puede haber durado días (incluso semanas)
tendrás un resumen de tu historia, separado en capítulos, claro y eficaz.
Felicidades así se crea el esquema de una novela.
Solo tienes que empezar a trabajar capítulo a capítulo desarrollando la
historia a partir del resumen.
Ten claro que este no es un esquema perfecto ni definitivo ni que le sirva
a todo el mundo. Toma de él aquellos aspectos que mejor encajen contigo y
complétalos con aquellas formas de trabajar que sepas que te funcionan para
crear tu propio sistema infalible.
Pero hazte un favor y crea tu propio sistema. Crear el esquema de una
novela como trabajo previo antes de empezar a escribirla te aclarará las ideas,
te ahorrará muchos disgustos y frustraciones y hará que tus historias sean más
sólidas y bien tramadas.
3.-Tres consejos infalibles para mejorar un narrador
Elegir el narrador que contará la historia es un factor fundamental a la
hora de escribir, ya sea una novela o un relato.
No se trata tan solo de decidir si la
historia será contada en primera o tercera persona, también debes saber qué
información tendrá el narrador y qué grado de implicación le relacionará con la
historia..)
Hoy queremos darte algunos trucos que te ayudarán a mejorar tu historia por
el simple procedimiento de cuidar de algunos aspectos que afectan a su
narrador. Atento.
1. Usa el nombre del protagonista con
moderación
Ernesto sabía que no
podía contarle la verdad a su mujer. La esposa de Ernesto era una persona
chapada a la antigua e iba a poner el grito en el cielo. Ernesto tenía que
hacer lo posible porque no se enterara de lo sucedido.
Este ejemplo es un poco extremo, pero nos sirve para ilustrar lo que
queremos explicarte. Si buscas mejorar un narrador, no permitas que abuse del
nombre de tu personaje principal.
Tú eres el protagonista de tu propia vida, y ¿cuántas veces te llamas a ti
mismo por tu nombre en tus pensamientos? Pocas.
Es más, ¿cuántas veces se refieren a ti las personas que te rodean por tu nombre?
Lo normal es que te digan «¿Puedes venir?» y no «¿Ernesto, puedes venir?». O
«Eres increíble», pero no «Ernesto, eres increíble».
¿Entonces por qué el narrador usa una y otra vez el nombre del personaje
principal?
Recuerda que, precisamente, es el protagonista. Sus avatares son el núcleo
de la historia. Así que el lector le tiene siempre presente, sabe quién es y
cómo se llama.
Al hacer que el narrador lo nombre de continuo, lo que logras (además de
resultar redundante) es ralentizar la historia. El lector tropieza en el nombre
del protagonista cada vez que lo mencionas como en una piedra y, de esta forma,
sin darte cuenta, estás entorpeciendo el curso de la narración.
Para mejorar un narrador, trata por tanto de que no cuele el nombre del
personaje principal a cada paso. Basta con que lo mencione de vez en cuando.
Sí será conveniente, sin embargo, que lo nombre cuando en la escena
aparezcan otros personajes y pueda haber confusión respecto a qué personaje es
al que se refiere lo que se narra.
2. Reduce las sensaciones de los
personajes secundarios
El narrador debe ocuparse fundamentalmente del protagonista. Pero muchas
veces acaba hablando de las ideas, sensaciones, emociones y pensamientos de los
personajes secundarios.
Lo verás mejor con un ejemplo.
Gabriela se paró a la
entrada del salón. Desde allí divisaba a Diana y Lucía, que hablaban entre sí.
Seguramente estaban comentando cada detalle de los vestidos de las mujeres a su
alrededor. Diana se consideraba a sí misma la máxima conocedora en asuntos de
moda desde que había regresado de París. Estaba al tanto de todas las
tendencias y vestía como un figurín. Pensaba que así lograba atraer las miradas
de todos a su alrededor, porque le encantaba ser el centro de atención.
Gabriela suspiró y se dio la vuelta. No quería hablar con Diana y Lucía,
prefería salir a la terraza a tomar el fresco.
En este fragmento el narrador se detiene durante varias frases para contar
cosas sobre Diana. Abandona a Gabriela, su protagonista, en la puerta y deja de
hablar de ella para centrarse en un personaje secundario.
El narrador nos cuenta un montón de cosas sobre Diana mientras omite el
motivo por el que Gabriela no quiere hablar con las mujeres del salón, qué es
lo que la impulsa a salir a la terraza.
Lo correcto, por el contrario, sería mantener el foco en Gabriela.
Gabriela se paró a la
entrada del salón. Desde allí divisaba a Diana y Lucía, que hablaban entre sí.
No quería hablar con ellas, prefería salir a la terraza a tomar el fresco.
Una opción todavía más adecuada para mejorar un narrador sería relacionar
la información sobre Diana con la propia Gabriela. Eso serviría para que el
lector comprendiera mejor, por contraste, las peculiaridades del carácter de la
protagonista.
Gabriela se paró a la
entrada del salón. Desde allí divisaba a Diana y Lucía, que hablaban entre sí.
Seguramente estaban comentando cada detalle de los vestidos de las mujeres a su
alrededor. No soportaba que Diana se considerara a sí misma la máxima
conocedora en asuntos de moda. Estaba siempre pendiente de todas las tendencias
y vestía como un figurín. Era una frívola. Pensaba que así lograba atraer las
miradas de todos a su alrededor, porque le encantaba ser el centro de atención.
Gabriela suspiró y se dio la vuelta. No quería hablar con Diana y Lucía.
Sigilosamente, salió a la terraza a tomar el fresco.
En esta versión se explica mejor por qué Gabriela no quiere hablar con las
mujeres del salón y se entiende que elija salir a tomar el fresco. Pero,
además, el carácter frívolo de Diana se opone al de Gabriela, lo que permite
que el lector sepa más sobre la protagonista. Diana es una frívola, Gabriela
no. Diana disfruta llamando la atención, Gabriela prefiere deslizarse
sigilosamente para no ser vista.
Este método es además especialmente útil cuando necesitas que el narrador
dé a toda costa información sobre un personaje secundario que va a desarrollar
un papel importante en la trama. En este caso, Diana podría ser la rival
amorosa de Gabriela, por lo que conviene que el lector sepa cosas sobre ella.
Pero esas cosas el narrador las presenta desde el punto de vista de la
protagonista y, además, las usa para que el lector reciba una comparación de
las diferentes maneras de ser de ambas. Doble utilidad.
3. Encuentra la voz de tu narrador
Al escribir, debes ocuparte de darle a cada personaje su propia voz.
Como es obvio, no hablará igual un médico que una adolescente. Así que
debes ocuparte de que cada personaje tenga su propio registro que se distinga
del resto.
Pues lo mismo sucede con tu narrador.
La voz de tu narrador es vital, porque actúa como filtro de la historia
para el lector. Son sus palabras las que presentan y desenvuelven la historia,
así que es necesario que elijas con cuidado la manera en que se expresará y la
forma en que contará lo que sucede.
Esa voz está condicionada por varios aspectos.
·
Quién es el narrador
Sucede como con los personajes: si tu narrador es una persona instruida no
se expresará igual que si es una persona sin estudios. Si tu narrador es un
niño, no puede expresarse como un adulto.
·
Si interviene o no en el desarrollo de la historia
Si tu personaje es también uno de los personajes de la historia, deberá
hablar al narrar como lo hace cuando interviene en un diálogo. No puede cambiar
el registro según actúe como narrador o cómo personaje.
Solo hay un caso en que el narrador y su propio personaje pueden hablar de
manera distinta: cuando un narrador adulto cuenta una historia en la que
intervino en su niñez o juventud. Aquí es lógico que el paso del tiempo haya
cambiado la forma de expresarse de una misma persona.
Por lo mismo, si la historia le afecta de cerca, su manera de narrarla y
expresarse será diferente (más cercana, con más viveza) que si se trata de un
narrador objetivo en tercera persona, cuyo tono será más impersonal.
·
Qué perspectiva da el narrador a la historia
El narrador puede contar una historia desde una perspectiva humorística,
dramática, misteriosa… En función de la misma su voz variará.
·
Cuánto sabe el narrador
No solo cuánto sabe sobre la historia que narra, sino en general.
Por ejemplo, si el narrador de la historia es un niño habrá muchas cosas
que no sepa explicar bien, simplemente porque las desconoce.
Si pones en práctica estos tres sencillos consejos, verás que tus
narradores mejoran sensiblemente y, con ellos, tus historias.
4.-Cuatro ejercicios para conocer mejor a tus
personajes
Los personajes son piezas claves en
cualquier relato o novela. Y crear personajes inolvidables es
una ciencia compleja. Hoy queremos darte algunas técnicas para conocer mejor a
un personaje y tener todo el material que necesitas sobre él para contar mejor
su historia.
Un personaje es como una persona. Tiene que tener un complejo sistema de
recuerdos, opiniones, valores, relaciones, miedos y esperanzas. Incluso si tu
personaje no es una persona.
Si escribes ciencia ficción o fantasía tal vez tus personajes sean seres
mágicos o artificiales, pero tendrán que tener características humanas que
permitan que el lector se identifique con ellos y entienda su conflicto y su
idiosincrasia.
¿Cómo se logra esto?
Conociendo a tus personajes, especialmente a los protagonistas.
Con los ejercicios que te proponemos a continuación conseguirás conocer
mejor a un personaje y además pasar un rato divertido escribiendo, lo que te
puede servir para calentar motores.
1. ¿Qué lleva tu personaje en los
bolsillos?
Lo que solemos llevar en los bolsillos (o en el bolso o en la mochila)
puede decir mucho de nosotros. Lo mismo sucede con tu personaje.
Haz una lista con los objetos que lleva tu personaje encima habitualmente.
Habrá elementos comunes como el móvil o las llaves de casa.
Habrá elementos que señalen cosas sobre él y te inviten a imaginar. Por
ejemplo, ¿lleva un paquete de pañuelos de papel porque es una persona precavida
a la que le gusta estar preparado para posibles contingencias?, ¿o los lleva
porque es alérgico y la acción sucede en primavera?
¿Lleva encima las llaves de un coche o un bonobús? Si lleva las llaves de
un coche, ¿de qué coche?, ¿uno viejo o un coche de gama alta?
¿Cuánto dinero lleva en la cartera? ¿Tiene tarjetas de crédito o de débito,
de qué bancos?
¿Lleva fotografías encima?, ¿de quién?
¿Fuma cigarrillos; de qué marca? ¿Tiene mechero o es de los que piden
siempre fuego?
¿Lleva un libro? ¿De qué autor o de qué género?
Como ves son muchas las cosas que te puede indicar sobre tu personaje
aquello que lleva en los bolsillos o en el bolso. Empieza a imaginar.
2. Invita a tu personaje a comer
Otro ejercicio que te ayudará a conocer mejor a un personaje es imaginar
que le invitas a comer.
Seguro que más de una vez has invitado a comer a alguien a quien deseabas
conocer mejor. Puede que a un nuevo compañero de trabajo a al nuevo novio de tu
hija. Se trata de hacer lo mismo (de forma imaginaria) con tu personaje.
Piensa a qué lugar le llevarías a comer y qué menú encargarías.
Si se trata de una persona bien situada, deberías llevarla a un buen
restaurante. O si es una persona muy joven, tal vez prefiera una cadena de
comida rápida. Si es vegetariano no puedes llevarle a un lugar famoso por sus
chuletones de buey. Y si es una persona que le encanta Oriente, seguro que te
gustaría llevarle a un restaurante japonés a comer sushi.
Pero al imaginar vuestra comida juntos, debes ir más allá del local y el
menú.
¿De qué temas hablaríais? ¿Cómo se presentaría vestido? ¿Cómo sería su
lenguaje corporal? ¿Se mostraría serio y reservado o jovial y espontáneo? ¿Te
contaría cosas privadas?
Imaginar que comes un mediodía junto a tu personaje puede revelarte muchas
cosas interesantes sobre él.
3. Rellena un cuestionario
Para conocer mejor a un personaje nada mejor que rellenar un cuestionario
sobre él.
Puedes preparar tu propio cuestionario, tan extenso como quieras. Aunque te
recomendamos que trates de ir al grano y de centrarte en lo relevante.
4. Haz que tu personaje te acompañe
durante todo un día
Un truco que se suele recomendar como una forma de conocer mejor a un
personaje es acompañarle a lo largo de todo un día.
Desde que se despierta hasta que se acuesta, escribir cada minuto de su
día: qué desayuna, cómo llega al trabajo, qué hace durante la jornada laboral,
qué hace al volver a casa, etc.
Este es un buen sistema, pero nosotros te proponemos otro: que sea tu
personaje quien te acompañe a ti.
Este ejercicio puede revelarte un montón
de información sobre tu personaje. Así tendrás información sobre quién es, no sobre lo que hace.
Muchas veces nos vemos obligados a hacer cosas con las que no nos sentimos
identificados para nada. Y acompañar a tu personaje el día entero, solo te
permitiría conocer el aspecto externo de su vida, pero no necesariamente sus
gustos, intereses, filias y fobias.
Por eso te proponemos que sea tu personaje quien te acompañe a ti.
¿Qué piensa de la hora a la que te levantas? Tal vez considera que eres
afortunado porque puedes levantarte más tarde que él. Él tiene que madrugar
mucho todos los días y odia hacerlo.
¿Qué piensa de tu trabajo? Quizá tu personaje es su propio jefe y cree que
no podría volver a ser asalariado. Aunque siente cierta envidia por tu
tranquilidad financiera: él nunca sabe cuánto va a ganar ese mes.
¿Qué piensa de tu vida personal? Tal vez le gustaría tener una relación
estable como la tuya. O puede que no le guste nada tener hijos.
¿Qué piensa de tu clase de pilates? Puede que él salga a correr todas las
tardes. O tal vez sea de esos que piensa que debería hacer más ejercicio, pero
se sienta cada tarde en el sofá.
Hacer que tu personaje te acompañe durante un día te ayudará a conocer por
contraste (con las tuyas) sus opiniones sobre las cosas básicas del día a día.
Una información muy útil cuando buscas conocer mejor a un personaje.
Para conocer mejor a un personaje,
piensa en lo relevante
Para terminar, queremos darte un consejo importante.
Al empezar a recopilar información sobre un personaje, especialmente sobre
el protagonista, lo normal es que te emociones. La norma dice que cuanta más
información tengamos, mejor.
Pues coge esa idea con pinzas.
No se trata de tener cuanta más información mejor, sino de tener aquella
información pertinente y relevante para el desarrollo de la historia.
Si te divierte o te ayuda, puedes amontonar datos y datos sobre tu
personaje como trabajo previo, pero eso no significa que debas volcarlos todos
en la novela y abrumar al lector.
Si no resulta pertinente mencionar que tu personaje se rompió la pierna a
los catorce años y tuvo que ser operado de urgencia, ese detalle sobra. Ni lo
menciones. Ahora bien, si esa operación es el motivo de que no pueda
correr con rapidez al huir del asesino que le persigue, entonces sí, añádela a
tu historia.
A la hora de conocer mejor a un personaje, céntrate en aquellos datos que
van a aparecer en la historia, aportando a su desarrollo o permitiendo que el
lector comprenda mejor las motivaciones que impulsan a tus personajes. Todo lo
demás, sobra.
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correo y recibirás todas las semanas en tu correo ideas para trabajar tus
personajes, crear tramas, escribir más y desarrollar tu mentalidad de escritor.
5.-Cuatro aspectos fundamentales para trabajar la
ambientación de una novela
Cuando empezamos a escribir una novela lo primero que planeamos es el
argumento y la trama. También empezamos a trabajar en los personajes.
Centrados en esos aspectos, relegamos a un segundo plano la ambientación de
la novela.
Es como si la ambientación fuera algo secundario, algo que no tiene
demasiada importancia.
Y sin embargo la ambientación es verdaderamente importante en una novela.
De hecho, no haber trabajado en ella debidamente puede ser lo que esté dando al
traste con tu novela.
La ambientación de una novela es un elemento que suele pasar desapercibido,
pero que marca la diferencia.
Un escritor no es solo un inventor de historias, es también un constructor
de mundos. Puedes desarrollar ciudades, planetas, nuevas especies, penetrar en
lo profundo de los océanos, adentrarte en las entrañas de la tierra…
La ambientación es fundamental porque es el “decorado” en el que va a
desarrollarse la acción y debe ser acorde con ella. Si tu acción transcurre en
una mansión, deberás crear un ambiente de lujo, muebles de diseño y discretos
criados que arreglen las habitaciones. Si tu acción transcurre en una oficina
deberás situar una máquina de café y un cuarto de fotocopiadoras, el despacho
del jefe y una azotea donde los empleados salen a fumar.
La ambientación es, además, el espacio en que se moverán tus personajes y
por tanto les afecta. Puede suponerles un obstáculo, como la montaña de la que
el protagonista desea escapar; o bien ser la fuente de su conflicto, como el
pequeño pueblo del que la protagonista desea marcharse.
Como ves, la ambientación de una novela no es secundaria y afecta tanto a
la acción como a los personajes. De modo que es hora de que empieces a darle
importancia y a pensar en ella.
La estructura de la ambientación de una
novela
Como hemos dicho, la ambientación de una novela no suele recibir la
atención que se merece. Muchas veces, al planificar una novela se comete el
error de caer en la vaguedad en lo que refiere al tiempo y al lugar en los que
van a transcurrir los acontecimientos.
Sin embargo, una planificación atenta te permitirá encuadrar tu historia
dentro de un marco claramente limitado, como un esqueleto sobre el que desarrollar
y construir el mundo de tus personajes.
Para planificar con acierto la ambientación de tu novela desde el principio
y lograr que esta se imbrique en tu historia sin fisuras y como un elemento
coherente, antes de empezar a escribir debes pensar en los cuatro elementos
fundamentales de la ambientación.
Estos son:
·
Período
·
Duración
·
Ubicación
·
Conflicto
El período
El período hace lugar al momento histórico en que transcurre la historia.
Al empezar a escribir tu novela, pregúntate: “¿En qué momento sucede la
historia?”
La respuesta a esta pregunta puede ser sencilla en apariencia.
Por ejemplo, El jilguero, de Donna Tartt, sucede en el
presente; Un mundo feliz, de Aldous Huxley,
transcurre en el futuro; y Memorias de Adriano,
de Marguerite Yourcenar, transcurre en el pasado de la Roma imperial.
Resulta evidente que determinados
periodos históricos te obligarán a documentarte detalladamente para poder
reproducir los usos, costumbres, modas, herramientas o vehículos de la época
elegida.
Aunque hay ciertas cosas que son de sentido común: si tu novela transcurre
en el Madrid de finales del siglo XVII no puede haber helicópteros ni móviles.
Si transcurre en el Madrid del siglo XXI tus personajes no saldrán a pasear en
carruaje por el Retiro.
Además, el período de tu novela puede
prestarse a matices. Por ejemplo, Crepúsculo o Harry Potter transcurren en el presente, pero en
la historia se han incluido elementos mágicos y fantasiosos que uno no espera
encontrarse en su día a día. El Señor de los Anillos toma
elementos de la Inglaterra medieval, pero J.R.R. Tolkien ideó toda una tierra
imaginaria con su propia historia, sus idiomas y sus razas.
Lo importante en estos casos es que la historia se mantenga dentro de los
parámetros artificiales (la magia existe, hay pequeños seres que viven en casas
bajo tierra) que has creado para ella.
La duración
La duración tiene que ver con el desarrollo de la acción a través del
tiempo y es básica para la ambientación de una novela.
Al empezar a escribir tu novela pregúntate: “¿Cuándo comienza y termina la
historia?”
La historia puede extenderse a lo largo
de un día, de un año o extenderse a través de generaciones. Por ejemplo, La señora Dalloway, de Virginia Woolf transcurre a lo
largo de un único día; mientras que en Los años la
misma escritora narra la historia de varias generaciones de una misma familia.
Al planear tu novela tienes que decidir qué duración vas a dar a la
historia que quieres contar.
La ubicación
La ubicación hace referencia al espacio en el que se desarrolla la
historia.
Al empezar a escribir tu novela, pregúntate: “¿Dónde tiene lugar la
historia?”
Como ves el tema de la ubicación no tiene demasiadas complicaciones.
Tu novela puede suceder en una ciudad, en un pueblo, a la orilla del mar o
en la montaña, en un clima seco o en uno lluvioso.
Pero es importante que cuides dos aspectos de la ubicación:
·
Que concuerde con el período en el que transcurre tu novela. Una vía férrea
no puede cruzar el paisaje si tu novela sucede en el siglo XVII.
·
Que respetes las normas que rigen en ella. Si tu novela transcurre en el
espacio, recuerda que no hay gravedad. Si has creado un mundo donde el cielo es
color violeta, que no se te escape algo sobre el cielo azul.
La descripción de la ubicación, sea de un paisaje o de una estancia es
siempre importante. Puedes escribir descripciones pormenorizadas como las de
Émile Zola o más escuetas, pero tienes que darle siempre al lector los
elementos para que recree en su mente el lugar donde se desarrolla la escena
que le presentas.
El conflicto
Aunque la ambientación de una novela se
refiera a lo externo, a la puesta en escena, está fuertemente marcada por el conflicto.
Como hemos visto, muchas veces la ambientación “es” el conflicto. La ciudad
de provincias asfixiante que el protagonista quiere dejar. El océano
inmisericorde que rodea al náufrago…
Pero incluso cuando esa relación entre ambientación y conflicto no resulta
tan evidente, debes prestar atención al tipo de conflicto sobre el que gira tu
historia para planear la ambientación.
Al empezar a escribir tu novela, pregúntate: “¿Qué tipo de conflicto es el
que debe superar mi protagonista?”
Si el conflicto al que se enfrenta tu personaje es un conflicto interno,
personal, la ambientación pasará a un segundo lugar. Esto es así porque la
narración vendrá marcada por los pensamientos y reflexiones que se producen en
la mente de tu personaje, en su interior. Lo externo, en este tipo de novelas,
tiene poco peso.
Pero si, por ejemplo, el conflicto atañe a un segundo personaje en
discordia, la ambientación adquiere un mayor peso. ¿Dónde se producen sus enfrentamientos?
Puede ser en la oficina, puede ser en el colegio, puede ser en casa…
Además, las fuerzas del conflicto atañen también a lo relativo al periodo y
la duración de tu novela.
El conflicto de una mujer casada con un hombre que no ama no se puede
resolver con un divorcio si tu novela transcurre en el siglo XVIII. De hecho,
la relación entre ambos cónyuges estará marcada por una serie de
convencionalismos sociales que hoy en día ya no están en uso.
De la misma manera, el conflicto de un alumno con su malvado compañero de
pupitre no puede durar más que un curso escolar.
En resumen
Como has visto la ambientación de una novela tiene importancia, y mucha.
Esperamos que nunca más sea un elemento que des de lado.
Para prestarle la atención que merece, no olvides plantearte las cuatro
preguntas clave al empezar a planificar tu novela:
·
¿En qué momento sucede la historia?
·
¿Cuándo comienza y termina la historia?
·
¿Dónde tiene lugar la historia?
·
¿Qué tipo de conflicto es el que debe superar el protagonista?
Las respuestas a estas preguntas te ayudarán a definir y mantener una
ambientación convincente para tu novela.
6.-Ocho formas de mantener la
atención del lector
Si quieres mantener la atención del lector, la primera regla es que
escribas una buena historia. Seguro que ya tienes la tuya en mente.
La segunda regla para mantener la atención del lector es que cuentes bien
esa historia.
En la mejor literatura nada es casual. La forma en que presentas
la historia, la información que das y la que retienes, o la forma en que vas
introduciendo los giros argumentales pueden conseguir que el lector solo desee
pasar una tras otra las páginas de tu novela; o bien hacer que la abandone
antes de acabar el primer capítulo.
Por eso hoy te vamos a contar algunos recursos que puedes aplicar a tu
historia para mantener la atención del lector desde el primer momento.
1. Migas de pan
Seguro que conoces algún cuento en el que el protagonista va tirando migas
de pan para poder volver a encontrar su camino. Pues bien, se trata de que uses
esa técnica en tu historia.
Deja pequeñas migas de misterio o tensión para que el lector las vaya
siguiendo. Irá recogiendo una tras otra sin darse cuenta, mientras espera
llegar al punto donde todo se resuelve.
Hay muchas maneras de dejar esas migas.
Por ejemplo, puedes introducir un elemento cuyo uso o significado nadie
conoce. ¿Por qué el protagonista guarda en su habitación un montón de vasos de
yogur vacíos?
Si aludes a los vasos en varias ocasiones el lector cada vez estará más
intrigado sobre su uso, hasta que se desvele que el protagonista los usa para
hacer semilleros de plantas.
Como ves, no tiene que ser nada especialmente impactante, basta con incluir
un pequeño elemento de misterio que se quede de forma inconsciente en la mente
del lector y le impulse a seguir leyendo para resolverlo.
También puedes introducir una frase que cree incertidumbre, como “Laura se
encargaría de todo y el asunto pronto quedaría olvidado, pero no fue así”.
¿No fue así? ¿Y entonces cómo fue? El lector pasará la página para
enterarse.
2. Plantea preguntas
Cuando se nos hace una pregunta, queremos responderla. Así funciona el
cerebro.
Por eso introducir preguntas es una excelente manera de mantener la
atención del lector e incitarle a seguir leyendo para dar con la respuesta.
No es necesario que preguntes directamente al lector, aunque puedes
hacerlo. Se trata de sembrar alguna que otra pregunta allí donde la acción lo
permita.
Algunos ejemplos:
“¿Podría una vez más Roberto salirse con la suya?”
“¿Estaba segura de que era eso lo que quería?”
“¿Volvería a verle alguna vez?”
3. Pronósticos
Anticipar algo de lo que va a suceder es una buena manera de mantener
enganchado al lector.
Se trata de dar pequeños anticipos que permitan que el lector se sitúe en
el futuro de la historia. Así luego querrá avanzar hasta allí para verlo con
sus propios ojos.
Además, los pronósticos ayudan a dar continuidad a la historia porque
enlazan el presente de la acción con su futuro.
Para incluir un pronóstico basta con algunas frases.
“Madrid en julio sería un horno”.
Un pronóstico puede incluir una promesa, “Estaba deseando que llegara el
estreno. Iba a ser el mejor día de mi vida”; o una amenaza, “Pensaba que lo
peor había pasado, pero se equivocaba”. En ambos casos, el lector querrá leer
más para verlas materializarse.
4. Contradicciones
Imagina que tienes un personaje que demuestra ser listo. Y que de pronto el
narrador (u otro personaje) hace la advertencia de que ese personaje es tonto.
Esa aparente contradicción picará la curiosidad de tu lector. ¿Es tonto el
personaje? ¿Por qué? ¿En que se basa el narrador (o el otro personaje) para
asegurarlo?
Ojo, no incluyas contradicciones porque sí o el lector pensará que no sabes
qué historia estás contando o que has incurrido en lagunas argumentales. Cuídate de explicar
bien los motivos de esa contradicción.
5. Amenaza
Para incrementar la tensión y las ganas de continuar leyendo del lector,
introduce una amenaza.
Puede ser un personaje, puede ser una situación. En cualquier caso tiene
que ser algo que rompa el equilibrio de la narración y ponga en jaque a tu
protagonista.
El lector querrá saber cómo reacciona el protagonista al peligro y cómo
supera el momento.
6. Resumen
Debes incluir de vez en cuando pequeños resúmenes que recuerden al lector
lo acontecido hasta el momento.
Lidia había tratado de
hablar con Susana, pero no cogía el teléfono. Incluso había ido a su casa, pero
su madre le dijo que se había ido de viaje. Todos los esfuerzos que había hecho
para intentar acercarse a ella habían sido inútiles. No sabía ya qué más
probar.
A través de una breve recapitulación llamarás la atención del lector y la
catapultarás hacia adelante. ¿Qué va a pasar a continuación, qué más va a
probar Lidia para recuperar la amistad de Susana?
7. Aleja la escena
Imagina un travelling en una película,
cuando la cámara se aleja y ofrece una perspectiva más completa de la escena.
Si haces que tu narración imite ese movimiento de cámara, estarás ofreciendo
una perspectiva distinta de lo que acontece al lector. Y si además haces que en
esa perspectiva aparezcan objetos nuevos, además aumentarás la tensión.
Sentado de espaldas
junto al fuego el hombre parecía dormir. Si alguien hubiera mirado desde la
puerta de la habitación, sin embargo, habría podido ver la pistola caída en el
suelo y el charco de sangre que se extendía a sus pies.
8. Flashback
Igual que con pronósticos, los flashback son excelentes a la hora de
capturar y mantener la atención del lector porque son una promesa de una
historia nueva o bien de conseguir datos nuevos sobre una historia en curso.
Por ejemplo “Hacía un año todo hubiera sido diferente”. ¿Por qué? se
pregunta de inmediato el lector, ¿cómo eran las cosas hace un año? Y enseguida
quiere seguir leyendo para enterarse y hacerse con la información que le
ayudará a entender mejor lo que sucede en esos momentos.
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