CÓMO PLANIFICAR TU LIBRO USANDO EL “BRAINDUMPING” (Y OTROS RECORTES
LITERARIOS)
ESCUELA SUPERIOR DE ESCRITURA CREATIVA ONISSPERU
Hoy vengo a hablarles del braindumping, del mindmapping y
de más cosas en idioma bárbaro que me tendran que perdonar porque no se me
ocurre ahora mismo cómo traducirlas con una mínima elegancia. “Descarga
cerebral” y “mapeo mental” no suenan igual .
En primer lugar, si crees en la dedicación
completa al Arte (con mayúscula), en emplear toda tu vida a escribir una gran
obra maestra y en que el sucio dinero nunca debe mezclarse con la sagrada
experiencia de crear, probablemente esta obra no sea para ti. Sin duda es
una obra muy enfocada a la comercialización de un libro, sobre todo a la de
un libro de no ficción.
Pero no temáis, muchos de los consejos y
guías que se dan aquí sí que pueden aplicarse sin problema a los libros de
ficción. Uno de los capítulos que me resultó más interesante fue aquel en el
que Bolt explicaba un método destinado a realizar la planificación de un libro
desde cero, de la manera más útil y productiva posible. Es un método que será
difícil de aplicar a textos con estructuras más experimentales, pero si
tu novela es del tipo clásico, con una estructura normal de capítulos y
exposición-nudo-desarrollo, este método podría serte de gran ayuda.
Vamos allá. Detenedme si voy demasiado
deprisa y paradme si veis que me paso de las 3000 palabras, que vamos con
retraso y no tenemos todo el día.
CHANDLER BOLT Y CÓMO PLANIFICAR TU LIBRO USANDO EL BRAINDUMPING
Bolt usa varios términos curiosos a lo
largo de su capítulo dedicado a la planificación, pero lo que más me
llama la atención del proceso que describe es lo que se conoce como braindumping.
Braindumping (de brain,
cerebro y to dump, soltar/descargar) es el primer paso en esta
planificación que propone Bolt. Es una actividad que no es novedosa y que suele
dar buenos resultados en ejercicios creativos en general, ya que debilita
un poco a nuestro filtro más racional y permite el acceso a ideas más
escondidas, las que se cuelan a través de nuestro subconsciente.
EL MÉTODO FUNCIONA ASÍ:
Primero, te toca hacer el esquema
general de tu libro. Esto se realiza en dos pasos:
1. Lo dicho: braindumping.
A descargar cerebralmente. Realizamos un mapa mental (mindmapping). Si
nunca habéis visto uno de estos, una sencilla búsqueda en Google puede mostraros
mil ejemplos. Es sencillo: solo tienes que escribir la idea central de tu
novela y, a partir de ahí, ir sacando flechitas (o globitos, o ramas o cuadros
o lo que quieras) y anotar ideas secundarias. De cada idea secundaria puedes sacar
más ideas, ad infinitum. No te pares a juzgar ni mirar nada, solo dibuja.
2. Una vez realizado el
mapa, eso de soltar todo lo que se te ocurra, toca pasar tus ideas al
esquema del libro. ¿Cómo se hace esto? Así:
·
Organiza todas tus ideas en grupos o secciones. Mira a ver qué ideas
están relacionadas, van juntas, desde tu punto de vista, y sepáralas en listas.
·
Coge esas listas o secciones y organízalas para crear
el orden de tu libro. Esto es mucho más sencillo en no ficción, claro, aunque Bolt también
aplica este método para sus alumnos novelistas. En ficción tendrá mucha
más importancia el orden cronológico de la trama, y ya tendrás que empezar
a ver una línea argumental que divida esas secciones. Pero una vez tengas
dichas secciones separadas, será más sencillo ver cómo se relacionan unas con
otras.
·
¿Ya tienes tus secciones en orden? Vale, pues ahora toca dividirlas
en capítulos.
·
Enhorabuena, ya tienes tu esquema básico.
Bolt asegura que las primeras veces esta
es la parte más difícil, pero que es un proceso al que te acostumbras y que
cada vez es más fácil. Sí, Bolt cree, como tantos otros, que tienes que
escribir muchos libros para aprender. Creo que cada vez estoy más de
acuerdo con ese concepto.
Una vez realizada esta
planificación, Chandler recomienda otro método para la escritura
propiamente dicha, con el objetivo de lograr además una productividad
máxima: ¡a contrarreloj! Funciona del siguiente modo:
1. Coge el primer capítulo
de tu esquema y programa tus alarmas en el móvil, despertador u ordenador.
2. Haz otro mapa mental, como al principio,
durante no más de 12 minutos.
3. Dedica otros 12 minutos
como máximo a convertir este mapa en un miniesquemita para el capítulo,
siguiendo el mismo proceso que ya hemos descrito de separar por secciones y
ordenarlas.
4. Basándote en ese nuevo
esquema, escribe durante 90 minutos.
No es la primera vez que veo lo de los 90
minutos como tiempo idóneo para escribir, y cuando he hecho alguna maratón de
escritura me he dado cuenta de que a la hora y media era justo cuando el cerebro
ya fallaba y había que descansar un poco. No es recomendable si luchas con cierta resistencia a escribir (para eso van muy
bien los pomodoros de 20-25 minutos), pero si tienes ya
cierto hábito de trabajo, puede funcionarte bien: tienes bastante tiempo
para entrar en y mantener el flow; el tiempo
justo antes de que tu cerebro te grite que ya está bien.
Este sistema es ideal para aquellos que
tienen fechas de entrega o simplemente quieren darle un buen acelerón a su
proyecto. Obviamente, este tiempo no incluye la posible documentación, anotaciones,
trabajo de creación de mundos y etc. Este tiempo es solo para escribir.
Es un ritmo exigente, sin duda, y Chandler
da algunos consejos para poder mantenerlo:
1. Elimina todas las
distracciones (quita internet, apaga el móvil).
2. Escribe a primera hora
de la mañana (menos distracciones; menos posibilidades de que ocurra algo a lo
largo del día que te impida escribir; mayor fuerza de voluntad).
3. Sé constante. Escribe siempre a la
misma hora. Y a diario. Sabes que con que pares un solo día, te estás dando una
excusa a ti mismo para saltarte más días en el futuro. Yo escribo todos los
días, aunque ahora mismo no debería (¡necesito corregir!), aunque sea una sola
frase. Aparte de que no quiero romper la racha (hago tres años en diciembre, si
no me equivoco), sé que no hacerlo un solo día ya es peligroso: la
razón que me vale para no escribir hoy también me valdrá mañana. Soy así,
me conozco.
4. Haz que alguien te tenga
controlado/a. Sí, así es. Convence a alguien de que esté pendiente de ti para
asegurarse de que estás trabajando.
¿A qué se refiere Bolt con eso? Es un recurso tan
interesante que le voy a dedicar el segundo recorte del día:
BOLT Y UNA AYUDITA EXTERNA PARA NO DESFALLECER
Todos sabemos que la fuerza de
voluntad, la motivación, la inspiración y todas esas cosas bonitas no son
perpetuas. Hay días en los que te levantas hecho un guiñapo y solo quieres
que sea mañana y tienes que ir a trabajar y… ¿escribir? ¿En serio? Mejor volver
a la cama.
Esta es la estrategia de Bolt para dar con alguien que te obligue, alguien
a quien, por miedo a quedar mal, tengas que demostrar que estás cumpliendo:
1. Encuentra a una persona
que acepte ser tu compi de escritura. Si también quiere marcarse objetivos
de escritura, mejor que mejor, podéis vigilaros y animaros mutuamente. Es
recomendable que no sea tu pareja, para que ninguno de los dos pueda chantajear
al otro con sexo (esto no lo dice Chandler, es sabiduría propia). El
objetivo es que esta persona te dé la brasa, básicamente, con eso de que tienes
que escribir, y que tú le hagas caso por no quedar como vago/a.
2. Comprométete a rendirle
cuentas a esta persona cada semana. Tendrás que enseñarle lo que has
avanzado; también podrás hablar con él o ella de aquello que te ha costado.
Tendrás que cumplir, pero también podrás desahogarte.
3. Haz públicas tus metas. Si quieres tener
el libro listo para determinada fecha (y las fechas de entrega nos ayudan a
espabilar), asegúrate de compartir esa fecha en todos los sitios que puedas.
Haz tan público tu objetivo, que fallar implicaría una gran vergüenza frente a
todos los que te conocen.
Si estás pensando “yo nunca me pondría en esa situación, ¿y si luego no lo
consigo?”, creo que eres el candidato perfecto para este tipo de recurso.
.
BOURGEOIS Y TU ESENCIA CREATIVA
Hablamos mucho de encontrar la voz al escribir.
Yo creo que la voz se encuentra después de leer mucho, de probar y
experimentar con muchos estilos. De golpe te llega (luego se desvanece,
reaparece). De golpe escribes y sabes que eso que está en lo que escribes solo
has podido escribirlo tú. Es como escuchar la guitarra de Brian May en Queen.
La escuchas y ya sabes quién está tocando (aunque, claro, hay mil imitadores).
Hay un sonido, una esencia reconocible en gran parte de la música de Queen.
Parte es esa guitarra de May, parte es la voz de Mercury (combinada a su vez
con las voces de May y Taylor), pero hay ciertas combinaciones, ciertos tonos y
melodías y formas de grabar y producir que hacen que Queen tenga una voz
propia, que tenga su esencia.
Pero Queen no consiguió ese sonido de
forma accidental. Aquello que parece aleatorio en su obra está bastante
estudiado, resultado de una producción elaboradísima y de miles de influencias
bien asimiladas y aplicadas a cada canción. Su esencia no es casual y
tampoco lo es todo lo que la rodea.
La artista Louise Bourgeois lo explica así:
Debes poner la esencia de lo que quieres decir en una pintura. Todo lo demás
es arbitrario. Elegido con cuidado, pero elegido, y una elección
significa eliminación. Una vez que el dibujo se establece y compone,
compones los demás valores del mismo modo.
Y también así:
Una pintura no debe ser un campo de batalla, debe ser una declaración. Empieza con algo que
decir, no con un vago deseo de decir algo. Las cosas nunca se simplifican, solo
se complican en el camino del cerebro al lienzo. Ponte en camino, toma tus
precauciones.
Podría funcionar de un modo u otro:
podríamos encontrar esa esencia y crear el armazón a su alrededor. O crearlo
todo entero de una carrera y luego ir recortando, poco a poco, hasta quedarnos
con la esencia. Pero tenemos que asegurarnos de que está ahí. Y de que la
novela (o el relato o cualquier texto), no es una historia sin fin ni sentido,
un mero derrame de palabras, sino que cada acto debe ser intencional,
acompañando a esa esencia.
Todo debe aportar algo a esa esencia,
empujarla hacia delante. Y lo demás puede eliminarse.
No sé si os conté que leí un libro
donde un señor decía que la novela había
que escribirla desde el centro, porque en las novelas grandes,
importantes, la esencia, la clave real de la novela, estaba siempre a
la mitad del libro. No sé si como método es ideal, pero sí que es verdad
que en las novelas que importan, en las novelas que nos dejan tiritando, hay un
corazón brillante escondido, una trama debajo de la trama, un tema debajo de
todos los demás temas, y muchas veces al autor se le escapa justo en el
centro. Hay una esencia que lees, casi sin darte cuenta. Si puedes
captarla, si puedes decir: “ah, aquí está”, es una sensación increíble (marcada,
eso sí, por tu propia interpretación subjetiva y cultural**). En una página
central de El camino, que abro al azar, dice
“es más vieja que tú; te lleva diez años”. La esencia de El camino está
en ese paso de la infancia de la madurez, en la tristeza de la pérdida de la
inocencia en nombre del progreso, simbolizado también en el amor que el
protagonista le profesa a una chica mayor que él, a la que no entiende, que
procede de un mundo más “civilizado”.
Creo que encontrar tu voz no está solo en
la práctica y la experimentación. Creo que está en enfrentarse a todo
lo que te da miedo o te entristece como persona y volcarlo en el papel (en el
dibujo, en la composición, donde sea) mientras te tiembla la mano, ya como creador.
Son esos textos los que quedarán en la memoria de los que nos leen: ahí está
nuestra esencia y los temas que hemos elegido. Y si no sabemos dónde están esos
temas, tal vez los mapas mentales de Bolt pueden ayudarnos a encontrar
sentido, voz, esencia, entre el maremagno de ideas y sensaciones de nuestra
cabeza.
Pero conviene contemplar otra
noción, igualmente demoledora:
GODIN Y TU MEJOR TRABAJO
Después de que hayas
hecho tu mejor trabajo
Y todavía no es suficiente…
Después de que hayas escrito la mejor
nota/artículo de blog/novela/guion que puedas imaginarte escribir, después de
que hayas aportado tu visión más sucinta, después de que hayas ido a la mejor
cita a ciegas…
Y todavía no ha
funcionado…
Realmente no te queda
otra opción que hacerlo de nuevo. Hacer de nuevo tu mejor trabajo, por muy
imposible e injusto que eso parezca.
Con el tiempo se acumula y crece. Tu mejor trabajo, seguido de tu mejor
trabajo, seguido de más mejor trabajo, es mucho más útil y generoso que
simplemente hacer tu mejor trabajo una vez e insistir en que te entendamos.
El mejor de tus esfuerzos produce un
interés compuesto.
¿Pero qué es eso del trabajo
acumulado, el interés compuesto? ¿Es posible
capitalizar nuestro esfuerzo?
EL 95% DE LA RIQUEZA DE WARREN BUFFET
En Quora leí hace poco
que una de las cosas más interesantes acerca del magnate Warren Buffet era
que había hecho el 95% de su riqueza después de cumplir cincuenta años:
Hay una curiosa percepción de que son los
jóvenes los que tienen éxito, tal vez porque solo oímos de los casos
triunfantes, no de tantos jóvenes emprendedores que se han estrellado contra el
suelo (sí, yo también fui de eso y pensé que era un gran fracaso… hasta que me
di cuenta de que era lo estadísticamente normal). Pero, con la excepción de
personas con una combinación extraordinaria de suerte, trabajo e inteligencia
excepcional, los grandes empresarios que triunfan tienden a ser mayores.
Los autores más brillantes llevan docenas de libros a sus espaldas, ya sea en
el mercado o en el cajón. Caemos, nos levantamos, caemos, nos
levantamos.Cuando tienes las rodillas muy amoratadas de caerte empiezas a
aprender a pisar mejor.
También lo explica James Clear, hablando de las
ventajas de las mejoras marginales, ese 1% que hacemos mejor que otras
personas, todos los días. Ese 1% es exponencial. Cada decisión de no tomar
pastel se acumula en mayor pérdida de peso. Cada levantamiento de pesa se
acumula en crecimiento muscular. Cada decisión de levantarnos temprano
a escribir se acumula en cantidad de palabras, en libros publicados, en
experiencia y aprendizaje. No perdemos nuestro capital; al contrario,
crece:
A la mayoría de la gente le encanta hablar del éxito (y de la vida general)
como si fuera un evento. Hablamos de perder 50 libras* o de construir un
negocio de éxito o de ganar el Tour de France como si fueran eventos. Pero la
verdad es que la mayoría de las cosas importantes en nuestra vida no
son eventos independientes, únicos, sino más bien la suma de todos los momentos
en que elegimos hacer las cosas 1% mejor o 1% peor. La conjunción de estos
beneficios marginales acaba por hacer una gran diferencia.
Buffet entendía cómo funcionaban los
intereses a largo plazo, a nivel económico. Creo que también nos interesa saber
cómo funciona la suma de diminutas mejoras personales a largo plazo, tal y como
explica Clear. Y todo lo que aprendemos al dar siempre nuestro mejor trabajo,
como dice Godin. El trabajo inteligente y el esfuerzo se acumulan.
Puede que tardemos muchos años en ver esa acumulación, pero los beneficios
crecen.
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